Señor Defensor del Pueblo, Señor Coordinador Residente del Sistema de Naciones Unidas, distinguidos y distinguidas autoridades, representantes del cuerpo diplomático acreditado en el país, colegas del Sistema de Naciones Unidas, señoras y señores :
Doy la más cordial bienvenida a quienes el día de hoy se han unido a nosotros para conmemorar el 60 Aniversario de uno de los documentos más importantes de la historia común de la humanidad: la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Durante la Conferencia de San Francisco, en la que se creó la Organización de las Naciones Unidas, varias delegaciones de países de América Latina pujaron activamente para que la Carta de la organización incluyera ya un decálogo de derechos. El representante de Panamá, el ilustre Sr. Ricardo J. Alfaro, llegó incluso a plantear una enmienda a la Carta de las Naciones Unidas con la que pretendía incluir un borrador de declaración en la propia Carta.
Las propuestas de los países de América Latina no fueron aceptadas, pero sin duda contribuyeron a reforzar el lenguaje de derechos humanos contenido en la Carta de las Naciones Unidas. A propuesta de la delegación de Panamá, el informe del comité encargado de redactar la Carta de las Naciones Unidas incluyó la recomendación, para que una vez establecida la Organización, ésta se embarcase inmediatamente en la elaboración de una Declaración Universal de Derechos Humanos.
Y de hecho, así fue. El primer borrador del documento que más tarde pasaría a ser la Declaración Universal de Derechos Humanos fue examinado por la Asamblea General de las Naciones Unida en su primer periodo de sesiones, en 1946. La Asamblea revisó el proyecto y lo transmitió a la Comisión de Derechos Humanos, quien a su vez, en 1947, encargó a un Comité de Redacción la preparación de «un anteproyecto de Carta Internacional de Derechos Humanos».
La Declaración fue elaborada y consensuada en intensas negociaciones en la Comisión de Derechos Humanos y en 81 reuniones del tercer comité de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. El 10 de diciembre de 1948, en París, la Asamblea General adoptaba la Declaración Universal de Derechos Humanos con 48 votos a favor, 8 abstenciones y ningún voto en contra.
La Declaración fue el producto del juicio ponderado de un inspirado grupo de 18 redactores quienes llegaron a la Comisión de Derechos Humanos desde diversos trasfondos culturales, regiones geográficas, y tradiciones jurídicas. Ellos buscaron un “estándar común a alcanzar” por todos y compartido por todos, lo que ayudaría a asegurar un “nivel de vida más alto” y “un grado de libertad mayor”. Ellos produjeron un consistente conjunto normativo de libertades interdependientes y responsabilidades sociales. La Declaración expresa el entendimiento de lo que los Gobiernos no deberían inflingir a sus pueblos, así como un reconocimiento de su deber positivo de empoderar y proteger al vulnerable[1].
Las naciones y los lideres que promovieron y subscribieron la Declaración Universal de los Derechos Humanos construyeron un instrumento jurídico, político y ético que expresó un firme compromiso por un mundo nuevo y mejor, en el que las relaciones internacionales fueren guiadas por valores y principios universales.
Hernán Santa Cruz, de Chile, miembro de la Subcomisión de redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, escribió: “Percibí con claridad que estaba participando en un evento histórico verdaderamente significativo, donde se había alcanzado un consenso con respecto al valor supremo de la persona humana, un valor que no se originó en la decisión de un poder temporal, sino en el hecho mismo de existir – lo que dio origen al derecho inalienable de vivir sin privaciones ni opresión, y a desarrollar completamente la propia personalidad. En el Gran Salón […] había una atmósfera de solidaridad y hermandad genuinas entre hombres y mujeres de todas las latitudes, la cual no he vuelto a ver en ningún escenario internacional”.
Es propicia está oportunidad para rendir homenaje a esos hombres y mujeres por su destacada e invalorable labor. Elaboraron un documento corto pero de gran significación para la humanidad.
La Declaración Universal fue el primer instrumento que reconoció, hace 60 años, lo que en la actualidad han pasado a ser valores universales: los derechos humanos son inherentes a todos y conciernen a la comunidad internacional en su totalidad[2]. Es claro que esos valores esenciales – la dignidad humana, la no discriminación, la igualdad, la equidad y la justicia- se aplican a todas las personas, en todo lugar y en todo momento”[3]. Constituyen el cimiento de las normas internacionales de derechos humanos, y “un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”[4].
La Declaración Universal de los Derechos Humanos representa sin duda la encarnación de “los ideales y principios de justicia e igualdad para todos”. Tal como lo afirmó el Secretario General de las Naciones Unidas “[l]a extraordinaria visión y determinación de los autores produjo un documento en el que se enunciaban por vez primera los derechos humanos universales de todos los pueblos en un contexto individual.
Los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes. Son universales porque nos pertenecen a todos los seres humanos; son indivisibles por que no existe jerarquía entre los diferentes tipos de derechos, no se puede suprimir algunos derechos con el fin de promover otros y son interdependientes porque todos los derechos están articulados entre si.
Este instrumento ha sido fuente de inspiración de numerosos declaraciones y tratados internacionales de derechos humanos, de convenciones regionales, así como de constituciones nacionales en más de 90 países.
El conjunto de tratados internacionales de derechos humanos sigue creciendo y desarrollando el contenido de los derechos y libertades fundamentales que figuran en la Declaración. En el presente año entró en vigor la Convención sobre los derechos de las personas con Discapacidad un instrumento que no crea nuevos derechos sino que engloba todas las normas sobre discapacidad en el mismo tratado y aclara las obligaciones de los Estados al respecto. El año pasado la Asamblea General aprobó la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en las que se les reconoce el disfrute pleno de todos los derechos contenidos en la Declaración Universal.
Sin embargo, a pesar de los avances experimentados en muchos campos, sesenta años después de la elaboración de la Declaración Universal el panorama que nos presentan los derechos humanos, no es el que desearíamos. Desafortunadamente, en todas partes del mundo se siguen cometiendo violaciones manifiestas y sistemáticas de los derechos humanos y se siguen produciendo situaciones que obstaculizan seriamente el pleno disfrute de todos los derechos humanos.
La Declaración Universal señala que “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado, que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar”[5]. Sin embargo, centenares de millones de personas no disfrutan de sus derechos humanos básicos, como el derecho a la alimentación, la vivienda, la educación y condiciones de trabajo dignas. Los que están obligados a vivir en la pobreza suelen sufrir exclusión social, discriminación y desempoderamiento.”[6]. Las amenazas del siglo XXI no perdonan a nadie. Ni la crisis financiera, ni el cambio climático, ni la propagación de las enfermedades y las armas mortíferas, ni la corrupción, ni el flagelo del terrorismo se detienen ante las fronteras.[7]. Persiste en el mundo la discriminación por motivos de raza, religión, creencia o expresión de opiniones, discriminación que ofende a la conciencia de la humanidad y pone en peligro los fundamentos de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo.[8]
Frente a este panorama, la visión de la Declaración Universal es un faro de esperanza para el futuro y un poderoso agente de cambio: un documento -que contempla un mundo con pleno ejercicio de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y los derechos culturales, sin distinción, un mundo en el que cada hombre, mujer y niño viva en condiciones de dignidad, libre de hambre, en un mundo sin violencia y sin discriminación, con derecho a la vivienda, la atención médica, la educación y oportunidades. Esta visión representa una cultura mundial de los derechos humanos, y debe ser una fuerza unificadora, dentro y entre todas las culturas.
El Secretario General de las Naciones Unidas en su informe titulado “Un concepto más amplio de libertad” señalaba que “no tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos”. No habrá plan de seguridad ni campaña en pro del desarrollo que consiga sus objetivos si no reposa en el sólido fundamento del respeto por la dignidad humana”.
La señora Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas ha señalado que “es deber de los Estados, independientemente de su sistema político, económico y cultural, promover y proteger todos los derechos humanos y libertades fundamentales. Le incumbe a todos promover la tolerancia para estimular la comprensión en la diversidad, de manera que incluso visiones y convicciones opuestas puedan ser libre y respetuosamente expresadas en la arena pública”[9].
Los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas han aceptado dar cuenta sobre su actuación en materia de derechos ante el Consejo de Derechos Humanos. Me estoy refiriendo al Examen Periódico Universal, proceso que implica una revisión de los registros de los derechos humanos y que brinda a los Estados la oportunidad de señalar qué medidas han adoptado para mejorar la situación de los derechos humanos en sus países y para cumplir con sus obligaciones. Varios países de la región han pasado por ese proceso y han asumido compromisos específicos por los que deberán responder ante la comunidad internacional. Panamá será objeto del Examen Periódico Universal a fines del año 2010.
Los derechos humanos no son una dádiva que el Estado generosamente otorga a sus ciudadanos, los derechos humanos son un compromiso entre los Estados y sus ciudadanos, por ello los ciudadanos tienen derecho a exigirlos.
Hoy 10 de diciembre muchas voces en el mundo se han unido para destacar el enorme significado que tiene la Declaración Universal para la humanidad. Pero esto no basta, los derechos humanos no son sólo para conmemorarse una vez al año. Si no existe un verdadero compromiso, si se tolera un doble estándar, o si los derechos se aplican de forma selectiva, la declaración será sólo una lista de buenos deseos. Es necesario que trabajemos arduamente para favorecer y mejorar la vida de los hombres, mujeres y niños, independientemente de su raza, sexo, religión, nacionalidad, posición económica o nacimiento, contribuyendo así a la realización de todos y cada uno de los derechos enunciados en la Declaración Universal.
Me complace que hoy conmemoremos esta fecha, junto con la Defensoría del Pueblo de Panamá. Esta importante institución nacional cumple la función constitucional de velar por la protección de los derechos humanos de todos los habitantes de Panamá. Debe ser la voz de quienes sienten que sus derechos están siendo conculcados, es la institución que tiene la facultad para investigar y denunciar actos que pueden constituir violaciones de los derechos humanos. La Defensoría del Pueblo es la depositaria de ese legado que hace 60 años nos entregó la Declaración Universal de Derechos Humanos: asegurar que el compromiso por el respeto universal y efectivo de los derechos y libertades fundamentales de las personas se cumpla.
Señor Defensor del Pueblo no es poca la tarea que le ha encomendado la Constitución de la República de Panamá, la defensa de los derechos humanos implica muchos sacrificios porque se exige de esta labor la más decidida entrega y la mayor eficacia.
Distinguidas Señoras y Distinguidos señores:
Quisiera recordar que la declaración tiene que ver tanto con nuestros derechos como con nuestras responsabilidades. En nuestros esfuerzos reside el poder de la Declaración Universal de Derechos Humanos, estos derechos nos pertenecen, son nuestros derechos, no dejemos que las presiones, el cansancio, la desilusión nos impidan contribuir a que sigan vivos.
Como Representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas hago un llamado a los ministerios, instituciones del Estado, profesores padres e interesados a trabajar juntos para que el año venidero destinado al aprendizaje de los derechos humanos nos aseguremos que la próxima generación se apropie de los derechos humanos para estar en mejores condiciones para exigirlos.
Que el lema dignidad y justicia para todas las personas con el que conmemoramos este 60 aniversario de la declaración no sean palabras vacías. Hagamos de ellas una realidad, pasemos de la retórica a la práctica.
Muchas gracias.
[1] Louise Arbour Statement for Commemoration of Human Rights Day and the launch of a year-long campaign to celebrate the 60th Anniversary of the Universal Declaration of Human Rights. 10 December 2007. Palais des Nations.
[2] Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos: Inicio Oficial de la Conmemoración del 60º Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, p. 3.
[3] Mensaje de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour con Motivo del Día de los Derechos Humanos. 10 de diciembre de 2007
[4] Declaración Universal de Derechos Humanos. Preámbulo
[5] “Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 25.1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”. Declaración Universal de los Derechos Humanos.
[6] Mensaje del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas Sr. Ban Ki-moon con ocasión del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. 17 de octubre de 2008.
[7] Mensaje del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas Sr. Ban Ki-moon con ocasión del Día de las Naciones Unidas. 24 de octubre de 2008.
[8] Declaración y Programa de Acción de Viena. Párrafo 11.
[9] Opening Remarks by Ms. Navanethem Pillay, United Nations High Commissioner for Human Rights, at the Press Conference following the conference «Sixty years of the Universal Declaration of Human Rights: The defenders take the floor, Brussels, 8 October 2008.