En muchos países, las narrativas dañinas y deshumanizantes sobre la migración han permeado cada vez más dentro de los movimientos políticos, los medios de comunicación y otras formas de discurso público, a menudo utilizando a las personas migrantes como chivos expiatorios fáciles. Las repercusiones de esto son amplias: discriminación, intolerancia, discurso de odio y delitos de odio.

El resultado de estas narrativas dañinas es que con frecuencia las personas migrantes se quedan sin derechos humanos y sin un lugar en la misma sociedad a la que anhelan unirse. Por lo tanto, se les niega la oportunidad de interconexión y sentido de partencia que todos anhelamos.

En el Alto Comisionado para los Derechos Humanos creemos que existe una necesidad urgente de cambiar la narrativa sobre la migración: de pasar a una narrativa de odio y división a otra que se centre en todo lo que tenemos en común. Queremos reemplazar las narrativas del miedo, la división y la exclusión por las de la esperanza, la inclusión y el cambio que queremos ver.

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