Discurso de la Sra. Carmen Rosa Villa, Representante Regional de OACNUDH, en el Día Mundial del Refugiado.

 “Personas reales, necesidades reales”

 20 de junio el día mundial del Refugiado.

 Quisiera en primer término agradecer a  José Euceda, Representante del ACNUR en Panamá,  por la invitación que me hiciera para compartir con ustedes algunas reflexiones al conmemorar el Día Mundial de Refugiado.

Al pensar sobre lo que quería compartir hoy con ustedes, me vino a la memoria la no muy lejana historia de los conflictos armados en Centro América, que obligaron a miles de personas a huir de sus países y refugiarse en países fronterizos. Pero también viene a mi memoria las imágines de los desplazados internos en Colombia.

Quienes han estado en los campos de refugiados, ya sean por razón de su trabajo o por ser refugiados; quienes han facilitado el refugio, o han visto día a día a familias enteras de desplazados internos solicitando trabajo, alimentos o un vivienda para cobijarse de las inclemencias de clima, saben a conciencia la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran estas personas y,  siendo  también testigos de la forma en que se violan sus derechos.

A nadie le gusta ser refugiado,  y  nadie elige serlo.

Ser refugiado significa algo más que ser extranjero. Significa vivir en el exilio y depender de otros para la atención de sus necesidades básicas: alimentos,  ropa y  albergue.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados  en su informe titulado “Tendencias Globales”  recientemente presentado, registra 16 millones de refugiados y solicitantes de asilo y 26 millones de desplazados internos en el mundo. Señala también el informe que el 80% de los refugiados en el mundo se encuentra en países en vías de desarrollo, y muchas de estas personas llevan años sin poder volver a sus casas y sin una solución a la vista.

No cabe duda que el refugio es una cuestión de derechos humanos y que los refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos gozan de los derechos que están reconocido en los tratados internacionales de derechos humanos, y el  Estado, al ratificarlos soberana y voluntariamente, se ha  obligado a proteger, respetar y garantizar.

Muchas son las causas que llevan a una persona a emigrar y solicitar refugio: los conflictos internos, los conflictos étnicos, la persecución política, y  las violaciones masivas a los derechos humanos. Pero vemos que con mayor frecuencia, que hoy la pobreza, el hambre, las enfermedades, y los desastres naturales también llevan a las personas a salir del lugar donde viven.

Desde la perspectiva de los derechos humanos, ya sea que trate de un refugiado en sentido estricto o de una persona que por cualquier otra razón salga de su  país, goza del derecho a la vida, a la protección contra la tortura y los malos tratos, el derecho a tener una nacionalidad, el derecho a la libertad de circulación, el derecho a salir de cualquier país, incluido el propio y de regresar a su país, y el derecho a no ser devuelto por la fuerza. El derecho a la igualdad y no discriminación, al debido proceso, a la educación, al trabajo, a la seguridad social, a la vivienda, a la libertad de circulación, de asociación son derechos que también les asiste a los refugiados y desplazados internos.

La falta de respeto y protección de los derechos humanos de los refugiados son cada vez frecuentes y evidentes. Muchos solicitantes de asilo y  refugiados desde que cruzan las fronteras son tratados sin el debido respeto a su dignidad humana, son detenidos y devueltos por la fuerza a sus países. Un elemento central de la protección internacional es el derecho a no ser devuelto o expulsado forzosamente cuando peligran su vida, su integridad personal, su libertad y su seguridad. El Relator Especial sobre la cuestión de la tortura ha sido muy enfático al señalar que en tales circunstancias “debe observarse estrictamente el principio de no devolución”.

Muchos hombres y  mujeres refugiados y refugiadas han contribuido al desarrollo de la ciencia, las artes, las letras, la política entre otras áreas.  Sólo para mencionar algunos conocidos por todos Albert Einstein, Sigmund Freud; Federico Chopin, Pablo Neruda, Rigoberta Menchú, el Dalai Lama. Algunos de ellos no pudieron volver a sus países.

Pero hay muchos otros, cuyos nombres no conocemos y a diario son víctimas de violaciones de derechos humanos. Menores en situación de vulnerabilidad, que no conocen en el idioma del país de refugio, detenidos en albergues juveniles; adultos provenientes de países africanos, que deciden viajar miles de kilómetros para huir el horror de la guerra y conflictos internos, detenidos por períodos prolongados y sin motivos legítimos en albergues estatales, sin que las autoridades les brinden acceso a los procedimientos de solicitud de refugio, sin asistencia legal.

Es preocupante que los asuntos relacionados con el refugio sean incómodos para algunos gobiernos –a pesar de ser parte de la Convención sobre el Estatuto del Refugiado y su Protocolo—­­,  y que incluso, las organizaciones que trabajan a favor de su reconocimiento como tales y en su defensa no cuenten con el espacio de diálogo y con la voluntad política para tratar el tema y buscar soluciones duraderas. El ACNUR cumple la función de protección de los refugiados y  búsqueda de soluciones duraderas a sus problemas, incluyendo  la prevención de la devolución, la asistencia en la tramitación de las solicitudes de asilo, el asesoramiento y ayuda jurídica, la promoción de arreglos para la seguridad física de los refugiados, la promoción y la asistencia para la repatriación voluntaria, y la ayuda para el reasentamiento de los refugiados.

Si bien el ACNUR cumple una función de protección, no por ello los Estados están exentos de proteger, respetar y garantizar todos los derechos que les son reconocidos a los refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos

¿Cómo podríamos todos trabajar a favor de los refugiados? .

La Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, las agencias y programas de las Naciones Unidas, compartimos un propósito común: la salvaguardia de la dignidad humana contenida en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Podemos contribuir positivamente en el respeto y protección de los derechos humanos de los refugiados cuando, en nuestra cooperación con los gobiernos en campo de la educación se proponen prácticas inclusivas para los niños y niñas refugiados/refugiadas; cuando en los programas de salud se apoyan o promueven  iniciativas para que el Estado brinde cobertura en la seguridad social a favor de las personas refugiadas;  cuando en los programas de desarrollo  se visibiliza a los refugiados y se proponen alternativas para su incorporación al mercado laboral, o cuando se impulsan programas de levantamiento de datos para que en ellos se tenga en cuenta  la incidencia de los aportes de los refugiados en la economía en el desarrollo social y en la cultura del país, entre otras buenas prácticas que podrían considerarse. El respeto de todos los derechos humanos, civiles, culturales, económicos, sociales y políticos son la condición necesaria para el logro del desarrollo humano y la preservación de la dignidad humana.

Es también importante estar atentos, cuando se proyectan leyes que, bajo el argumento de la seguridad nacional, restringen o violan los derechos humanos de los refugiados o solicitantes de asilo, o cuando no favorecen u ofrecen soluciones duraderas para los refugiados y refugiadas o cuando contienen prácticas discriminatorias o racistas.

En Panamá hay solicitantes de asilo y refugio cuya situación de extrema vulnerabilidad. Lo primero que pensaríamos, es en los colombianos que huyen del conflicto interno que vive el país, pues no. No son los únicos que llegan a este país somalíes, eritreos, afganos adultos y menores que se encuentran en albergues por meses, sin que encuentren una respuesta expedita por parte del Estado y en condiciones que vulneran sus derechos humanos. La Convención sobre los Derechos del Niño (1989) contiene una disposición específica para la prestación de «la protección y la asistencia humanitaria adecuadas»  a los niños refugiados. .

No podemos ni debemos permanecer indiferentes a esta situación y de allí nuestro compromiso y respaldo al ACNUR y nuestro reconocimiento por su difícil trabajo   en la defensa de los derechos humanos de los refugiados.

Solo quisiera concluir recordando las palabras de quien fuera Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, Sra. Sadako Ogata, «La cuestión de los refugiados debe plantearse a todos los gobiernos y a todos los pueblos como prueba de su respeto por los derechos humanos».

Muchas gracias.

 

 



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